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En la sociedad, el uso de malas palabras suele considerarse una muestra de falta de educación y tacto para expresarse. Por esa razón, es común que las personas eviten el uso de expresiones malsonantes la mayor parte del tiempo. Sin embargo, desde el punto de vista científico, parece ser que las palabrotas no son algo negativo en esencia. De hecho, los científicos han hecho hallazgos interesantes sobre los sorprendentes beneficios de las palabrotas en la comunicación.
Curiosidades 19/01/2023
El lenguaje ha sido una de las capacidades humanas más fundamentales para conseguir el nivel de desarrollo que tenemos como especie. Desde siempre, el lenguaje ha encerrado aspectos importantes de los humanos como grupo social. Por ejemplo, existen ciertas expresiones o palabras que se usan para mostrar respeto a personas con un estatus o rango altos.
En este sentido, así como existen formas de denotar respeto, aprecio y tacto, también hay modos de comunicar lo contrario. A este tipo de palabras y expresiones se les suele conocer con el nombre de “malas palabras” o “palabrotas”. En el ámbito social, el uso de estos vocabularios tiende a considerarse una señal de una pobre educación e irreverencia. A su vez, en el pasado, los científicos se mostraban de acuerdo con el hecho de que este tipo de lenguaje denotaba poca inteligencia.
No obstante, nuevos estudios sobre estas maneras de comunicación nos han enseñado sobre los sorprendentes beneficios de las palabrotas. Con esto no queremos decir que debes empezar a decir malas palabras todo el tiempo. Pero, las investigaciones señalan que en ciertos contextos podrían beneficiarnos de varias maneras.
Un estudio publicado en la revista NeuroReports señala que decir groserías puede modificar la percepción del dolor. En una serie de ensayos, los científicos pidieron a los participantes sumergir sus manos en agua helada por varios minutos. Al mismo tiempo, a algunos se les pidió decir malas palabras mientras lo hacían y a otros se les indicó verbalizar expresiones neutras.
Los participantes que dijeron palabrotas reportaron una mayor tolerancia al dolor e incremento de la frecuencia cardíaca. Mientras que aquellos que usaron palabras neutras no experimentaron cambios significativos en su tolerancia y percepción del dolor (Stephen, Atkins y Andrew, 2009).
Otro de los sorprendentes beneficios de las palabrotas que ha descubierto la ciencia es su relación con la honestidad. Tal parece que cuando las personas usan malas palabras son mucho más honestas cuando no lo hacen. En un estudio de 2017, Feldman et al. examinaron la correlación entre la sinceridad y el uso de palabrotas en distintos escenarios. En todos los casos, los autores concluyeron que cuando las personas usan groserías, mienten menos y muestran más integridad social.
De acuerdo con Emma Byrne, autora del libro Swearing is good for you, las palabrotas podrían funcionar como una “válvula de escape”. En su obra, Byrne analiza el uso de groserías desde la perspectiva de la psicología evolucionista. Desde su perspectiva, es posible que las malas palabras empezaron a usarse entre humanos como una forma de descargar tensión y evitar la agresión física. Esto con el fin de garantizar la cohesión y supervivencia de los grupos.
Siguiendo con los sorprendentes beneficios de las palabrotas, la evidencia científica sugiere que es probable que sean útiles para socializar. Una investigación de Nelson (2014) evaluó el uso de este tipo de expresiones en ambientes laborales. Los resultados de su análisis sugieren que cuando se usan malas palabras entre compañeros, esto contribuye a su sentido de camaradería. Por lo tanto, pueden sentirse más cómodos en el grupo y trabajar mejor en equipo.
Con base en los estudios que vimos antes podemos decir que los beneficios de las malas palabras son un hecho innegable. Entonces, la pregunta sería: ¿a qué se debe que puedan ayudarnos de distintas maneras? Hasta ahora, esta es una interrogante que la ciencia no ha sido capaz de responder.
Algunos autores como Stephen, Atkins y Andrew (2009) mencionan que las palabrotas parecen activar la respuesta de lucha o huida en las personas. Esto podría ser una explicación sobre por qué aumenta la tolerancia al dolor al decir malas palabras.
Otros teóricos creen que las groserías podrían almacenarse en regiones cerebrales distintas que las del resto de las palabras. Para ser más específicos, la hipótesis sugiere que estas expresiones podrían guardarse en el sistema límbico. Recordemos que el sistema límbico se relaciona con el procesamiento de las emociones y su expresión. En caso de confirmarse la hipótesis, la misma podría explicar la razón por la que las palabrotas actúan como válvula emocional.
En conclusión, más allá de ser correctas o no a nivel social, los sorprendentes beneficios de las palabrotas dan mucho que hablar. En el futuro, es probable que más investigaciones nos revelen nuevos datos interesantes sobre nuestra comunicación.
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