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La verdadera historia del beso de Judas Iscariote

La historia lo ha convertido en uno de los peores amigos que jamás podrías tener, pero ¿sucedió todo como lo dice la Biblia o hay algo más detrás?

General 06 de abril de 2023 Guillermo Sammartino Guillermo Sammartino
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Judas Iscariote es famoso por ser el discípulo de Jesucristo que lo traicionó a cambio de 30 monedas de plata. En Semana Santa su nombre vuelve a la actualidad e incluso aparece en algunas de las procesiones que presentan como escena el paso del 'Prendimiento'.

 A pesar de su mala fama bíblica, poco se sabe de este personaje histórico (y es cierto que a nadie nos gustaría que nos dijesen algo como "eres más falso que Judas"). Su historia es tan poco clara que, si bien muchos expertos creen que sí existió, algunos historiadores tienen claro que es ficticio. Fue un Jueves Santo el momento que consideró el más adecuado para deshacerse de su maestro. Tras cenar con sus compañeros en lo que después se conocería como la 'Última Cena', informó a los sacerdotes de que la persona a quien él besara era a la que debían prender.

Es cierto que a Jesús no le pilló de sorpresa la actitud de su seguidor. De hecho, en algunos pasajes del libro sagrado puede leerse cómo se lamenta de su deslealtad. Tras el malvado acto, poco después se arrepintió de su acción y quiso enmendar sus culpas devolviendo el dinero a los sacerdotes. Sin embargo, el cargo de conciencia era tal que los textos sagrados cuentan cómo prefirió ahorcarse colgándose de un árbol antes que arrastrar su delito a lo largo de los años.

 "Nadie ha logrado ubicar ninguna fuente de Judas independiente de las narraciones del Nuevo Testamento, por lo que muchos expertos reputados continúan sin creer en su realidad histórica", explica Susan Gubar, profesora emérita de inglés en la Universidad de Indiana, en su libro 'Judas'.

¿Fue inventado?
Los relatos de este personaje que se conservan en la Biblia se encuentran en los Evangelios de Marcos, Mateo, Lucas y Juan, así como en 'Hechos de los Apóstoles' y no dicen dónde o cuándo nació. Además, describen diferentes versiones de cómo murió. Las historias dicen lo que todo el mundo sabe: que fue discípulo de Jesús y que lo traicionó. Todos los evangelios menos el de Juan especifican que señaló a Jesús besándolo cuando se acercó a la multitud. Así lo llevaron frente a Poncio Pilato, el gobernador romano de Judea, quien decidió que posteriormente fuera juzgado y crucificado.

 Según el Evangelio de Judas, resulta que fue el propio Jesús quien le pidió a su discípulo que le entregara a las autoridades

 Un texto recientemente traducido de hace 1.200 años escrito en copto, una lengua egipcia que usa el alfabeto griego, afirma que Judas usó un beso para traicionar a su líder porque Jesús tenía la capacidad de cambiar su apariencia. Así identificaría claramente a su maestro entre la multitud. Sin embargo, los otros textos no intentan explicar por qué lo hizo de esa manera.

 Pero el hijo de Dios ya sabía su final antes de su arresto. Juan afirma que Jesús se enfrentó a su discípulo y le dijo: "Lo que estás a punto de hacer, hazlo rápidamente". Algunos lo describen como una persona en la que no confiar y en la que "Satanás" entró en algunos momentos. Afirman también que al ser tesorero y portar siempre la bolsa de dinero que el grupo compartía, a veces, también les robaba.

El arrepentimiento


Existen dos versiones sobre su muerte. "Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: 'No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: 'Campo de sangre", puede leerse en Mateo 27:3-8.

El evangelio de Judas

 Un texto de hace 1.200 años escrito en copto afirma que Judas usó un beso porque Jesús tenía la capacidad de cambiar su apariencia

 Sin embargo, en 'Hechos de los Apóstoles' se representa un final más dramático. Se asegura que utilizó el dinero para comprar un campo y que allí se rompió la cabeza. "Con el dinero que obtuvo por su crimen, Judas compró un terreno; allí cayó de cabeza, se reventó, y se le salieron las vísceras. Todos en Jerusalén se enteraron de ello, así que aquel campo fue llamado 'Acéldama', que en su propio idioma quiere decir 'Campo de Sangre', puede leerse en Hechos 1:18-19.

Los únicos libros sagrados


Atanasio, un influyente obispo de Alejandría emitió una orden en el año 367 en la que enumeraba 27 textos, entre ellos los cuatro Evangelios actuales, como los únicos libros del Nuevo Testamento que podían considerarse sagrados. Dicha lista se mantiene hasta nuestros días.

San Judas Tadeo


Mientras que Judas es el símbolo de la traición por excelencia, Judas Tadeo es santo y es venerado por muchas comunidades, como en este caso en la iglesia de San Hipólito, en Ciudad de México.


En los años setenta del siglo XX, un campesino, un buscador de tesoros, descubrió un códice que durante unos 1.700 años había permanecido oculto en el interior de una tumba o cueva a orillas del río Nilo y a las afueras de El Minya, en Egipto. El códice contenía un fragmento del Evangelio de Judas (se creía desaparecido), en el que su figura cobra una nueva dimensión, pues resulta que fue el propio Jesús quien le pidió a su discípulo que le entregara a las autoridades, como lo explica 'National Geographic'.

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Una exposición llevada a cabo en la National Geographic Society de Washington mostraba todos los pormenores de la historia del Evangelio de Judas, uno de los descubrimientos religiosos más importantes de los últimos años.

El beso de la traición. Según los textos aceptados por la Iglesia, Judas Iscariote besó a Jesucristo para señalar a quién debían detener y juzgar. Así lo plasmó

Todo el mundo recuerda la historia del amigo dilecto de Jesús, uno de los doce apóstoles, que lo vendió por 30 monedas de plata, señalándolo con un beso. Después, enloquecido por el remordimiento, se ahorcó. Judas es el símbolo de la traición por excelencia. En los mataderos llaman «judas» a la cabra que conduce a los animales al degolladero. En Alemania, el registro civil puede impedir que los padres pongan el nombre de Judas a sus hijos. Los guías de la antigua iglesia de la Virgen María, conocida como la «iglesia colgante», en el barrio copto de El Cairo, señalan una columna negra que destaca entre la columnata blanca del templo: Judas, desde luego. El cristianismo no sería el mismo sin su traidor.

Hay un trasfondo siniestro en las representaciones tradicionales de Judas. A medida que el cristianismo se distanciaba de sus orígenes como secta judía, los pensadores cristianos fueron encontrando cada vez más conveniente culpar al pueblo judío del arresto y la ejecución de Cristo, y presentar a Judas como el arquetipo de judío. Los cuatro Evangelios, por ejemplo, son indulgentes con Poncio Pilatos, el procurador romano de Judea, pero condenan a Judas y a los sumos sacerdotes judíos.

La «crónica secreta» nos presenta un Judas muy distinto. En esta versión, es un héroe. A diferencia de los otros discípulos, comprende verdaderamente el mensaje de Cristo. Al entregar a Jesús a las autoridades de Roma, no hace más que cumplir el mandato de su líder, plenamente consciente del destino que le espera. Jesús le advierte: «Te maldecirán».

Esta afirmación resulta suficientemente sorprendente como para levantar sospechas de fraude, algo habitual en las supuestas antigüedades bíblicas. Por ejemplo, una urna vacía de piedra caliza que, según se dijo, había contenido los huesos de Santiago, hermano de Jesús, atrajo gran cantidad de público cuando fue expuesta en 2002, pero pronto se descubrió que se trataba de una ingeniosa falsificación.

La tinta parece ser una antigua receta: una combinación de sulfato ferroso, tanino, goma arábiga y agua, mezclada con tinta de negro de humo
Un Evangelio de Judas resulta mucho más tentador que una caja vacía, pero hasta el momento todas las pruebas realizadas confirman su antigüedad. National Geographic Society, que contribuye a financiar la restauración y la traducción del manuscrito, ha encargado a un importante laboratorio de datación por carbono 14 de la Universidad de Arizona el análisis del códice que contiene el evangelio. El análisis de cinco muestras distintas del papiro y la cubierta de cuero fijan la fecha del códice en algún momento entre los años 220 y 340 d.C. La tinta parece ser una antigua receta: una combinación de sulfato ferroso, tanino, goma arábiga y agua, mezclada con tinta de negro de humo. Además, según los expertos en copto, el evangelio contiene giros reveladores que indican que fue traducido del griego, el idioma original de la mayoría de los textos cristianos escritos durante los siglos I y II. «Todos coincidimos en situar esta copia en el siglo IV», asegura un experto.

para saber más

 
 

LAS MIL CARAS DE JESÚS
 

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Otra confirmación nos llega del pasado. Hacia el año 180 d.C., Ireneo, obispo de Lyon en la Galia romana, escribió un tratado titulado Contra las herejías. El libro era un ataque feroz a todos aquellos cuyos puntos de vista sobre Jesús y su mensaje se apartaban de la ortodoxia de la Iglesia. Entre los blancos de sus críticas había un grupo que veneraba a Judas, «el traidor», y que había producido una «historia falsa», que «llaman el Evangelio de Judas». Al parecer, varios decenios antes de que se escribiera el manuscrito que Kasser tiene en sus manos, el colérico obispo ya tenía noticias del texto original griego.

Ireneo tenía un montón de herejías contra las cuales luchar. En los primeros siglos del cristianismo, lo que para nosotros es la Iglesia, que funcionaba con una jerarquía de sacerdotes y obispos, era sólo uno de los numerosos grupos inspirados en Jesús. El experto en la Biblia Marvin Meyer, de la Universidad Chapman, que ha colaborado con Kasser en la traducción del evangelio, resume aquella situación como «el cristianismo en busca de su estilo».

SEGUIDORES DE UN CRISTIANISMO PRIMITIVO


Muchos de esos grupos eran gnósticos, seguidores de la misma línea del cristianismo primitivo recogido en el Evangelio de Judas.

«Gnosis significa “conocimiento” en griego –explica Meyer–. Los gnósticos creían en un principio supremo de bondad, entendida como una mente divina, más allá del universo físico. El ser humano posee una chispa de ese poder divino, pero está aislado de la divinidad por el mundo material que le rodea». Para los gnósticos, un mundo defectuoso, obra de un creador inferior y no del Dios supremo.

Mientras que los cristianos como Ireneo sostenían que sólo Jesús, el hijo de Dios, era a la vez humano y divino, los gnósticos creían que la gente corriente podía estar conectada con Dios. La salvación se alcanzaba despertando la esencia divina del espíritu humano y conectándola con Dios. Para eso se precisaba la guía de un maestro, y tal era, según los gnósticos, la función de Cristo. Aquellos que interiorizaban su mensaje podían ser tan divinos como el propio Cristo.

De ahí la hostilidad de Ireneo. «Esos grupos eran místicos –dice Meyer–. Los místicos siempre han desatado las iras de la religión institucionalizada. Oyen la voz de Dios en su interior y no necesitan sacerdotes intermediarios».

Ireneo comenzó su libro al regresar de un viaje y encontrarse a sus fieles soliviantados por un predicador gnóstico llamado Marcos, que animaba a sus iniciados a demostrar su contacto directo con la divinidad mediante profecías.

 No sabían si se trataba o no de una falsificación, pero tras el estudio de la tinta, la cual contenía dos componentes diferentes, y un antiguo certificado de matrimonio egipcio realizado con el mismo material, se validó el descubrimiento. A pesar de ello, se insiste que el hallazgo no prueba que sea auténtico, pero sí que no es falso.

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