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Del sexo de las garrapatas y los ratones psicópatas

Las garrapatas son arácnidos de ocho patas como las arañas, las tarántulas y los escorpiones, además de ser la pesadilla de quienes tienen animales de compañía. Pero también son unos seres muy curiosos.

Curiosidades 16 de abril de 2023 Nancy Maulin Nancy Maulin
garrapatas

Las garrapatas a menudo carecen de ojos. Entonces podemos preguntarnos, ¿cómo hacen para reproducirse? ¿cómo saben dónde está el macho o la hembra que será el padre o la madre de sus garrapatitos?


 
Como el oyente avispado habrá pensado, las garrapatas se localizan por el olor, siguiendo las pistas olfativas de las llamadas feromonas sexuales. La feromona de muchas garrapatas es una molécula llamada 2, 6-diclorofenol. Tiene estructura de anular y su fórmula simplificada es C6H3OHCl2. Un poco de este perfume y las garrapatas se vuelven locas de amor, haciendo buena la canción de love is in the air. Para que luego hablen de las pócimas de amor de las brujas…

Una vida simple


La hembra, después de aparearse, trepa a un matorral y se queda muy quieta en una hojita o una rama. Pero si no tiene ojos, ¿cómo pueden subir al arbusto? Porque su piel capta de dónde le llega la luz a pesar de que no puede hacerse una imagen de lo que tiene delante. Y allí, cómodamente instalada en la hoja, espera. Los espermatozoides del macho los tiene guardados en una especie de tupperware biológico esperando el mejor momento para su uso. ¿Cuándo es eso? Simplemente, cuando le llega el aroma de otro perfume. Esta vez es un factor sexual de otro tipo de animales, los mamíferos. Se trata del ácido butírico, que los mamíferos –humanos incluidos- emanan por su piel y órganos sexuales. Además también son sensibles a otros dos compuestos, el ácido láctico y el amoniaco. Así que cuando las garrapatas hembras perciben ese olor, no se les estimula el apetito sexual, sino otro tipo de apetito: ahí saben que hay comida. En ese momento se deja caer de la hoja. Si tiene suerte, caerá sobre el mamífero, se agarrará a su pellejo, buscará una zona desprovista de pelo, agujereará la piel y beberá sangre hasta hartarse.

Si consigue sobrevivir al proceso de rascado y limpieza –por ejemplo, las ratas emplean hasta un tercio de sus horas de vigilia en desagarrapatizarse- se dejará caer a plomo sobre el suelo, abrirá el tupperware con el semen del macho y sus óvulos serán fecundados. Los huevos que produzca, y pueden ser del orden de diez mil, los dejará en el suelo y entonces morirá. Y el ciclo de la vida de esta sencilla especie volverá a empezar.

 
 
Piensa en lo que significa ser una garrapata. ¿Qué es lo que conoce del mundo? Prácticamente nada, pues sus únicas fuentes de información son la intensidad de luz, el ácido butírico, el 2,6-diclorofenol, el calor de la piel de los mamíferos y el arbusto al que trepa. Nada más. No hay imágenes ni sonidos, ni el olor de una rosa ni de la hierba recién segada. Pero lo que saben es suficiente para lo que hacen.

La vida de las garrapatas depende de las sustancias químicas que hay en el ambiente. Claro que hay ocasiones en que tu comportamiento se ve totalmente modificado por la ausencia de otras.

Ratones sin NO
En 1987 la revista Nature comunicaba el descubrimiento de la acción fisiológica del óxido nitroso (NO) como vasodilatador. Era un hallazgo sorprendente y controvertido, pues se trata de una molécula inorgánica, gaseosa y extremadamente reactiva.

Hasta entonces, el NO tenía escaso interés para los científicos, preocupados únicamente por su actividad como contaminante ambiental: forma parte de las emanaciones tóxicas del escape de los coches y liberado en la atmósfera contribuye a la formación de lluvia ácida. Cinco años después, la revista Science proclamó al NO molécula del año. En las últimas décadas, la investigación sobre el óxido nítrico no ha dejado de crecer. No sólo es importante a nivel del sistema cardiovascular sino también en los sistemas nervioso central e inmune. El famoso Viagra es, por ejemplo, un fármaco que potencia los efectos del NO. Pero aún hay resultados más curiosos. En 1995, un equipo de científicos de la Universidad Johns Hopkins obtuvo mediante técnicas de ingeniería genética un grupo de ratones carentes de la forma cerebral de la NO-sintasa (NOS).

Estos mutantes formaban parte de una serie de experimentos sobre el papel del NO en el cerebro durante un infarto. Sin embargo, el objeto de estudio cambió de manera sorprendente.

 
 
Psicópatas y violadores


Cada mañana, los investigadores encontraban uno o dos ratones muertos en sus jaulas, aparentemente como consecuencia de infartos. Un análisis más preciso reveló la verdadera causa de las muertes: los ratones habían sido 'asesinados' por algunos machos de comportamiento inusualmente violento.

Todos los ratones 'psicópatas' eran mutantes de la NO-sintasa, por lo que los investigadores decidieron estudiar a fondo la relación entre su comportamiento y la carencia de óxido nítrico.

Los mutantes resultaron ser, además, unos violadores de cuidado: indiferentes hacia los mensajes de desinterés de una hembra que no estaba en celo, insistían en copular repetidas veces por la fuerza. Y no sólo eso. Cuando se enfrentaban a ratones normales, atacaban con ferocidad y sin tregua, incluso cuando el contrincante se tumbaba yaciendo sobre su espalda, signo ratonil inequívoco de rendición.

Al parecer, la carencia de una molécula tan simple como el NO provoca un cambio radical en el comportamiento. Si esto pasa en los ratones, ¿qué ocurre en el ser humano?

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