Un sistema globalmente admirado por su eficacia en la gestión de desechos
El sistema de reciclaje de residuos alimentarios en Corea del Sur captó la atención mundial por su eficacia y complejidad. Una de las voces que refleja esta realidad es la de Yuna Ku, periodista del servicio coreano de la BBC, quien vive en Seúl y paga por reciclar los restos de comida en máquinas con sensores ubicadas en su complejo residencial de 2.000 apartamentos. Este método es parte de un sistema que logró que el país recicle aproximadamente el 97,5% de sus residuos alimentarios.
Corea del Sur procesó cerca de 4,56 millones de toneladas de restos de alimentos en 2022, de los cuales 4,44 millones fueron reciclados, según datos del Sistema Nacional de Manejo de Residuos. Jae-Cheol Jang, profesor del Instituto de Agricultura de la Universidad Nacional de Gyeongsang, destaca que el éxito de Corea se basa en décadas de esfuerzos y políticas que comenzaron en los años 80. En 1996, solo se reciclaba el 2,6% de los residuos de alimentos, pero hoy el país es un ejemplo mundial en gestión de desechos .
En Estados Unidos, por ejemplo, la Agencia Ambiental estima que de los 66 millones de toneladas de residuos de alimentos generados en 2019, el 60% terminó en vertederos. A nivel mundial, Naciones Unidas reporta que en el mismo año se desperdiciaron 931 millones de toneladas de alimentos.
Ciudad de México promulgó mediante la Secretaría de Medio Ambiente en junio de 2024 el Programa de Certificación Cero Residuos de Alimentos, el cual busca reciclar residuos orgánicos de restaurantes. En 2022, la capital mexicana recibió en las estaciones de transferencia 964 toneladas diariamente. Este programa, de carácter voluntario, tiene como objetivo reducir, prevenir, recuperar y reciclar los residuos alimentarios en establecimientos que comercializan o distribuyen alimentos. Los criterios incluyen promover el consumo responsable, reincorporar los alimentos recuperados para consumo humano y animal, y disminuir los impactos ambientales derivados de los residuos orgánicos.
Por su parte, el sistema surcoreano, conocido como “Pago por Peso de Residuos de Comida” (Wbfwf, por sus siglas en inglés), obliga a los ciudadanos a pagar por la cantidad de comida que desechan. Implementado en 2013, este esquema se construyó sobre la base de políticas previas, incluida la prohibición de arrojar restos de comida a vertederos en 2005. La tecnología sigue siendo clave, y las máquinas con sensores instaladas en áreas residenciales permiten un control detallado de los desechos generados .
Este modelo ha evolucionado para responder tanto a la crisis ambiental como a las demandas ciudadanas. En los años 80, el rápido crecimiento económico y la urbanización llevaron a la proliferación de vertederos cercanos a áreas pobladas, lo que generó malestar social. Los restos de comida no solo generan malos olores, sino que también contribuyen significativamente al cambio climático al liberar metano, un gas de efecto invernadero más potente que el dióxido de carbono.
La experiencia de Corea del Sur documenta cómo el esfuerzo conjunto entre la sociedad y el gobierno, con campañas y políticas estrictas, permiten a un país convertirse en un referente global. Este sistema es ahora un modelo que otros países pueden estudiar para mejorar la gestión de residuos alimentarios, reducir el impacto ambiental y fomentar una mayor conciencia sobre el desperdicio de alimentos .
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