“Parir en tierra ajena” es un libro de migrancias, mudanzas y pariciones, un subterfugio de movimiento en un momento en el que el mundo se había detenido. Un libro de desarraigos. Y también un intento de poner a examen a la propia identidad. Quise indagar quién era en medio de tanta muerte y, tal vez, renacer a través de la estela que dejaron en mi vida algunas mujeres valientes que fui conociendo. No hablo de heroínas, porque los héroes están destinados a morir, y no todas se jugaron la vida, pero si aprendieron a parirse a ellas mismas, a mover aguas y romper la bolsa que las mantenía sujetas. Jugarse la vida no es ningún mérito, a mi entender. Porque a la vida se la cuida.
En pandemia había que escribir y había que parir para no morir. Confieso que escribir fue un alivio extraordinario, un alivio de mi propio peso, de la intensa humanidad. Escribir es la mejor manera de soportarnos.
No solo los temas, sino mi escritura es de frontera, no porque esté entre dos países sino porque es errante, porque es viajera, no solo por los temas, sino por el uso de la lengua. Yo, la que escribe he vivido en varios países, y cuando me siento a escribir recupero el tono del lugar que evoco. El de la gente del lugar, el tono de los amigos. El mío. Aunque mi acento sea muy cordobés, fui incorporando expresiones, formas que no existían en mi registro. Paso del tú al vos sin dificultad, porque mi identidad se construyó así, en los lindes de culturas, y bienvenido el lenguaje colorido y variopinto. No solo hay otros entre nosotros, sino que los otros están en una misma. Vivir en la frontera significa que no eres hispana, india, negra, judía, musulmana, española ni francesa, eres mestiza cultural, hibrida, mulata. Y esa hibridación no se puede amputar, porque es constitutiva. Me ubico en las costuras, ese no lugar que es un cruce de caminos, todos los lugares, la no pertenencia, sinónimo de sucesivos desgarramientos. Sinónimo de ruptura de lenguajes, de límites y de modos de producir. Esa encrucijada hace a mi escritura dolida, doliente y doledora. Una escritura que no puede ubicarse en ningún lugar, reflejo del aquí y del allá, porque esos lugares están en mí y no puedo renunciar a ninguno. Yendo a lo general, la literatura es la mejor evidencia de que existen parentescos insospechados con personas que vivieron en otras latitudes, incluso en otras épocas. Así y por esto los cuentos que espero les produzcan una gozosa lectura están situados en varios lugares, con una mirada que intenta desesperadamente arraigar y alumbrar y por eso escribe. ¿Quién es propio de su propio lugar?
Te esperamos en el Gran Pez encuentro con la escritora Nora Pojomovsky
Nota blog de Facultad de Ciencias de la Información.
Nota La Voz del Interior
Nota Infobae
Nota Córdoba 24
Entrevista Radio CUT
https://my.radiocut.fm/audiocut/nora-pojomovsky
La Nación, 2°premio Universidad Nacional de Chile, Marta Brunet.
(no está en el libro, iba a ser parte del libro pero lo envié a concurso y no me permitieron publicarlo porque los derechos son de U. Chile)
Presentación Parir en Tierra ajena en Córdoba.
Desde dónde escribo?