Venezuela a las urnas entre incertidumbre política y esperanzas

¿Ha llegado el chavismo al final de su ciclo? Por primera vez en 25 años, Venezuela vive un momento de incertidumbre electoral y política. Al menos eso es lo que afirman la mayoría de los analistas. Hoy, 28 de julio, más de 21 millones de electores están llamados a decidir si el futuro Gobierno seguirá en manos de Nicolás Maduro -en el poder desde 2013, cuando fue elegido tras Hugo Chávez, fallecido prematuramente, y líder del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)- o si se vislumbra un cambio de rumbo, optando por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), que ha señalado como candidato único a Edmundo González Urrutia, de 74 años. Sobre el ex diplomático, al que todos reconocen una innegable moderación, recayó la responsabilidad de liderar la coalición de movimientos opositores tras la sentencia del Tribunal Supremo que en enero de 2024 excluyó de la carrera a María Corina Machado acusada de irregularidades administrativas, declarándola inelegible durante 15 años.

González es un desconocido en política: sólo a finales de abril, poco después de anunciar su candidatura, declaró que “nunca había pensado” estar “en una situación así2. Sin embargo, tal vez esa sea precisamente su fuerza en este momento: las previsiones de las consultoras muestran un índice de aprobación popular de más del 68% frente al 27% de Maduro, y las encuestas de la estadounidense ClearPath Strategies le dan una ventaja del 56% frente al 35%. Números, por supuesto, que no necesariamente se confirman en las urnas -también porque unos 5,5 millones de votantes, de un total de 21, residen en el extranjero, y sólo 69.000 de ellos, dadas las restricciones del gobierno, han logrado registrarse para votar-, pero que a estas alturas parecen significativos.

“Todas las proyecciones hechas de manera seria y profesional indican que González debería ganar en votos”, dice a “L’Osservatore Romano” Juan Salvador Pérez, politólogo y director de “Revista Sic”, publicación de la Fundación Centro Gumilla de Caracas, perteneciente a la Compañía de Jesús. «Desde el Palacio de Miraflores, en cambio, insisten en que están en posesión de cifras y números que indicarían lo contrario, aunque estas encuestas actualmente se desconocen y no son públicas». En los últimos meses la tensión se ha hecho palpable. La campaña electoral, que comenzó oficialmente el 4 de julio, ha visto cómo se detenía a 71 personas próximas a la oposición en menos de dos semanas (datos de la ONG Laboratorio de Paz) y se cerraban varios restaurantes y comercios que habían acogido almuerzos o reuniones de dirigentes del Pud; se ha bloqueado la llegada de observadores internacionales; se han censurado páginas web; y el gobierno ha desplegado al ejército para supervisar la entrega de papeletas y las operaciones de votación. En enero, la Organización de Estados Americanos (OEA) denunció la “lógica dictatorial”; los obispos venezolanos, el 12 de julio, pidieron la “participación del pueblo en el proceso electoral” mediante un voto “consciente y libre”. Pero Maduro, que también ha evocado el fantasma de la “guerra civil” en caso de derrota, “sabe que la violencia no es el camino, y sabe que no tiene apoyo popular ni político para promover acciones violentas”, continuó Pérez. “Los venezolanos no quieren conflicto: quieren cambio”.

Venezuela atraviesa una compleja situación económica y social – debido a una inflación cercana al 200% a finales de 2023 (fuente: Observatorio Venezolano de Finanzas – Ovf), una relación deuda pública/PIB superior al 326%, una tasa de desempleo superior al 33% (fuente: infoMercatiEsteri), y un estricto sistema de sanciones de EE.UU. sobre el petróleo y el gas, restablecido en abril tras una suspensión de seis meses, que ha llevado a más de 7 millones de personas a huir del país. «Al mismo tiempo, sin embargo, hay señales y oportunidades de mejora”: los datos dicen que la inflación a junio de 2024 se ha reducido drásticamente y que el crecimiento para este año se acercará al 4%.

“En otras palabras, Venezuela está atravesando un claro momento de transformación, que podría implicar también a la política exterior y al contexto geopolítico”, hasta ahora desequilibrado en las relaciones con Rusia, China e Irán. Inevitablemente, la votación también afectará a Estados Unidos: dependiendo del resultado del 28 de julio, nuevas masas de inmigrantes podrían estar listas para cruzar las fronteras.

“Si gana González, creo que veremos tonos y modales más serenos y prudentes, con un objetivo claro: la reconciliación nacional”, explica además Pérez. No en vano, el candidato opositor ya ha hablado de “justicia transicional” y ha dicho que quiere recuperar la confianza en instituciones como el poder judicial. Pero en un país dividido, mañana “quien llegue al poder tendrá necesariamente que construir un gobierno de mayor apertura”, concluye. De lo contrario, la espiral de la crisis se hará insostenible.

Roberto Paglialonga

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