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¿Por qué nos atraen las noticias donde el caos, el escándalo, dolor o muerte son protagonistas?

En la era digital actual, nos encontramos inmersos en un mar de información que nos llega a través de diversas plataformas y medios. Entre toda esta información, hay una tendencia particularmente perturbadora que ha ganado terreno y que merece una atención especial: el sensacionalismo.

“La violencia emociona, conmueve y conmociona.” La periodista Margarita Rivière, quien fuera una de las fundadoras de El Periódico de Catalunya, conocía bien la fascinación que producen las noticias de sucesos cuando pronunció esta frase. Y no es una pasión de antes de ayer. Ha estado ahí desde tiempos inmemoriales. Ya los trovadores de la Edad Media cantaban desgracias ajenas ante un público entregado y ningún grupo humano –llámalo ahora grupo de whatsapp– se mantiene inalterable a su cuota de relatos de cariz más o menos sangriento y miserable.

Pese a esta pasión constante que todos sentimos por los casos más espeluznantes, en los últimos tiempos parece extenderse la percepción de que consumimos más noticias de este tipo. Es cierto que se parte de un acontecimiento llamativo que la ha propulsado, el asesinato de una pareja de ancianos en Bilbao perpetrados por varios menores de edad. Los informativos de Televisión Española han llegado a dedicar diez minutos, casi un tercio de su duración, a piezas de atropellos mortales, conductores fugados, peleas y asesinatos.

Noticias amarillistas

¿Qué es el Sensacionalismo?

El sensacionalismo se puede definir como la tendencia de los medios de comunicación y los periodistas a presentar las noticias de una manera exagerada o sensacional, a menudo a través de titulares llamativos y emocionalmente cargados, con el objetivo de captar la atención de la audiencia y aumentar las visitas, clics o ventas. Esta práctica, aunque atractiva desde un punto de vista comercial, puede tener graves consecuencias para la percepción de la realidad y, en última instancia, para la salud mental de las personas.

El sensacionalismo no es simplemente una táctica de presentación de noticias; se trata de un fenómeno que puede tergiversar la realidad, influir en nuestra toma de decisiones y afectar nuestra salud mental de formas que tal vez no nos damos cuenta.

Sensacionalismo en España

El caso de Diana Quer ya había provocado decenas de artículos en los primeros meses desde su desaparición en agosto de 2016. Como han destacado varios periodistas que lo cubrieron, la víctima, por desgracia, cumplía con todos los requisitos para estar en la primera plana: era una chica muy joven, guapa y procedente de una familia de clase acomodada. Una familia que, a su vez, por la relación que mantenía con personas cercanas a los medios, se puso en primera fila de los noticiarios y periódicos desde los primeros momentos con diversas ruedas de prensa. Diana entraba así de lleno en lo que sociólogos y antropólogos han llamado el “síndrome de la chica blanca desaparecida”, una expresión estadounidense que alude a la amplia cobertura mediática, muy por encima de otras, de víctimas que son mujeres de raza blanca, menores de 40 años, con atractivo físico, y de clase media y adinerada, y que se acuñó por primera vez en 2005. Solo si se entra en Google se pueden encontrar hasta 790.000 entradas sobre Diana.

Impacto en la Salud Mental y Aprendizajes Clave

El impacto del sensacionalismo en la salud mental puede ser insidioso. Al exacerbar emociones como el miedo, la ansiedad o la ira, el sensacionalismo puede aumentar nuestro estrés y ansiedad. En casos extremos, puede contribuir a problemas más graves de salud mental, como trastornos de ansiedad, trastorno de estrés postraumático y depresión.

En este artículo, exploraremos en profundidad el concepto del sensacionalismo, su presencia y su efecto en los medios de comunicación. Analizaremos cómo puede influir en nuestra salud mental y discutiremos las estrategias que podemos emplear para protegernos de sus efectos negativos.

Además de entender cómo los medios de comunicación pueden influir en nuestra salud mental, este artículo te proporcionará herramientas para identificar el sensacionalismo y minimizar su impacto en tu vida diaria. Te ayudaremos a desarrollar un pensamiento crítico y a mantener una perspectiva equilibrada para navegar con seguridad por el paisaje mediático actual.

Prepárate para una travesía de autoexploración y aprendizaje, donde no solo entenderás mejor el mundo en el que vivimos, sino también cómo cuidar de tu salud mental de manera más efectiva.

El Surgimiento y Evolución del Sensacionalismo

Sin embargo, por mucho que tras el visionado de programas televisivos y lectura de periódicos se llegue a otra conclusión, esta percepción del aumento de la criminalidad no casa con la verdad. “Ha habido un ‘pico’ de información, pero porque era una caso con unas características muy determinadas, pero sucesos hay siempre”, afirma Mayka Navarro, periodista de La Vanguardia que también cubrió todo el asunto de Diana Quer. Otros compañeros como Óscar López-Fonseca, de El País y especializado en esta información desde hace más de treinta años, y Cruz Morcillo, reportera de sucesos del ABC, coinciden con ella. “La información de sucesos está ahí siempre y hemos llegado a tener hasta periódicos especializados en ella. Y estamos en la media de los países latinos de Europa. Ahora con este tema no es que se haya multiplicado la cantidad de información, lo que ocurre es que como estos casos son típicamente humanos y nos pueden pasar a todos, hay una mayor atención por parte de la audiencia”, explica, por su parte, Montse Quesada, catedrática de Periodismo Especializado en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y graduada en Criminología.

¿La gente necesita noticias trágicas para su vida?

La gente quiere ver y escuchar este tipo de noticias. En papel logramos mantener el criterio”, sostiene Mayka Navarro. López-Fonseca también observa ese sesgo: “Sabemos que los sucesos siempre han gustado, pero no se sabía qué repercusión tenían y ahora, como se puede medir, sí. Este verano hubo un caso de una niña que apareció muerta en las vías del tren. Y era publicar noticias de ese tema y las visitas se disparaban. Con el caso de los ancianos de Bilbao ocurrió lo mismo. Y eso que fue un domingo por la tarde. Ha ocurrido con el caso de la niña Asunta, los hijos de Bretón o Marta del Castillo. Porque, además, si añades la existencia de niños va a subir. Eso ya lo vimos con el famoso caso de las niñas de Alcàsser”, reconoce. El periodista se muestra a su vez muy crítico con esta tendencia, ya que “incluso cuando no hay nada que contar, y ocurrió con Diana Quer, se contaba, la obsesión era publicar y publicar. Antiguamente, cuando solo había papel dominaba el criterio periodístico, pero ahora estamos en lo que yo llamo clicktocracia –la pulsión del click en la noticia–, y con los sucesos es alucinante”.

Los propios periodistas son conscientes de que en muchos casos se cometen errores. Fallos que ya se denunciaron a raíz del circo en que se convirtió el asesinato de las niñas de Alcàsser pero que no se han subsanado. “El problema es que ha habido un contagio mutuo entre televisión y prensa; la espectacularización del suceso de la tele se ha trasladado a los periódicos con titulares más agresivos, más descarnados… Y hay una menor especialización. Es un periodismo que requiere una tremenda especialización, porque todos los días te enfrentas a dudas que no sabes”, manifiesta Morcillo, que reconoce que es un tipo de periodismo en el que se trabaja con un material muy sensible. “Ponemos el foco sobre toda la vida y trayectorias de las personas. Y hace aflorar zonas oscuras, y es difícil separar. Evidentemente tenemos que subir los estándares de calidad, pero también cuanta más información se da más riesgo tienes de equivocarte”, afirma. Para su colega López-Fonseca, la cuestión es que “hay cierta presión por publicar el último detalle. Y a veces nos tiramos a la piscina. Y hay cosas que no deberíamos hacer”.

Breve historia del sensacionalismo

El sensacionalismo no es un fenómeno nuevo. Aunque su presencia se ha hecho más notable en la era digital, sus raíces se remontan a siglos atrás. En los siglos XIX y XX, con la expansión de los periódicos y revistas, se empezó a notar una tendencia hacia la exageración y el drama para captar la atención del lector. Esto se manifestaba en titulares sensacionales, historias dramáticas y contenido atractivo y emocionalmente cargado, independientemente de su veracidad.

Este enfoque, que prioriza las emociones sobre los hechos, encontró un lugar en el periodismo amarillo, que se desarrolló a finales del siglo XIX. El periodismo amarillo, caracterizado por su enfoque en lo melodramático, lo escandaloso y lo sensacional, fue la primera forma de sensacionalismo que se vio en los medios de comunicación.

El crecimiento del sensacionalismo en los medios de comunicación

A lo largo del siglo XX, el sensacionalismo continuó evolucionando y adaptándose al cambiante panorama de los medios de comunicación. Con el advenimiento de la televisión y, más tarde, de Internet, el sensacionalismo encontró nuevas formas de expresarse y llegar a audiencias más amplias. El auge de la televisión por cable y los programas de noticias de 24 horas intensificaron la competencia por la atención de la audiencia, llevando a los medios a recurrir cada vez más a tácticas sensacionalistas.

Con la llegada del siglo XXI y la revolución digital, la forma en que consumimos noticias ha cambiado drásticamente. Internet y las redes sociales se han convertido en las principales fuentes de información para muchas personas, lo que ha contribuido a un aumento sin precedentes del sensacionalismo.

El papel de las redes sociales en el auge del sensacionalismo

Las redes sociales han jugado un papel crucial en la proliferación del sensacionalismo. Estas plataformas, diseñadas para mantener a los usuarios enganchados, favorecen el contenido que provoca reacciones emocionales fuertes. Este entorno es perfecto para el contenido sensacionalista, que se difunde rápidamente y atrae a los usuarios con titulares llamativos y emocionalmente cargados.

Además, la naturaleza viral de las redes sociales permite que el contenido sensacionalista se difunda a un ritmo sin precedentes, llegando a audiencias globales en cuestión de segundos. Esta rápida difusión a menudo no deja tiempo para la verificación de los hechos, lo que contribuye a la propagación de desinformación y noticias falsas o “fake news”.

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En resumen, el sensacionalismo es un fenómeno que ha evolucionado y crecido a lo largo de la historia, adaptándose a las nuevas formas de comunicación y aprovechándose de la emocionalidad humana para captar nuestra atención. Su omnipresencia en los medios de comunicación actuales, particularmente en las redes sociales, plantea desafíos significativos para nuestra capacidad de consumir información de una manera saludable y equilibrada.

Para la catedrática Quesada, significa que “estamos viendo un sesgo sensacionalista bastante alto. Y llevamos muchas décadas de democracia como para haberlo pulido porque tenemos derecho a encontrar información seria”. El problema es que, como ella afirma, siempre hay consecuencias. Por un lado, la exaltación del miedo; por otro, que se empiece a legislar a golpe de titular. “Los partidos políticos suelen aprovechar mucho los sujetos dramáticos muy mediáticos y se hace una manipulación política del suceso con el fin de sacar réditos políticos. Se produce una reacción para proponer cambios legislativos, que suelen proceder de los partidos más conservadores”, manifiesta López-Fonseca.

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El escritor Iván Jablonka ya alertó de ello en su libro Laetitia o el fin de los hombres, sobre el caso de una joven asesinada en Francia y sobre cómo Nicolas Sarkozy intentó endurecer las medidas penales.

Cómo se presenta el sensacionalismo en los medios

El sensacionalismo en los medios de comunicación puede adoptar diversas formas y manifestarse en una variedad de contextos. Por lo general, se caracteriza por la exageración, la tergiversación y la presentación de información de una manera que provoca reacciones emocionales fuertes. Esto puede hacerse a través de titulares llamativos, historias dramáticas, el uso estratégico de imágenes y gráficos, y la selección selectiva de información que apoya un ángulo particular o narrativa.

Una de las formas más comunes de sensacionalismo es el uso de titulares sensacionalistas, a menudo conocidos como “clickbait”. Estos titulares están diseñados para provocar curiosidad o emociones fuertes, incentivando a los lectores a hacer clic en el artículo. Aunque el titular puede ser emocionalmente atractivo, a menudo no refleja con precisión el contenido del artículo o exagera aspectos de la historia para hacerla parecer más dramática o impactante de lo que realmente es.

El sensacionalismo también puede manifestarse en la selección y presentación de historias. Los medios a menudo se centran en historias dramáticas o impactantes que provocan emociones fuertes, como miedo, indignación o simpatía. Estas historias pueden ser exageradas o presentadas de una manera que distorsiona la realidad para hacerlas más atractivas para la audiencia.