“En la mirada de los niños huérfanos está toda la esperanza del futuro”. Liubov Bodnar, presidenta de la Fundación Pequeños Sueños, cuenta lo que significa para los miembros de la organización dedicar tiempo y energía a los niños huérfanos por la guerra. “Aunque la guerra nos ha agotado emocionalmente y nos ha sometido a un estrés difícil de describir, cada vez que visitamos a estos niños nos damos cuenta de la fuerza que son capaces de darnos con su espontaneidad”. La Fundación “Pequeños Sueños”, creada en 2020 en Lviv para ayudar a los huérfanos a expresar y realizar sus sueños, tuvo que remodelar sus objetivos tras el comienzo de la guerra. “Además de asistir a los huérfanos, que aumentan día a día, explica Liubov Bodnar, también empezamos a ayudar a los desplazados internos y a los niños que se quedan solos en las regiones más afectadas por los combates”. Según las últimas estimaciones, en Ucrania hay al menos setenta mil huérfanos y niños que se han quedado solos. Un recuento que, sin embargo, no tiene en cuenta a los niños abandonados en los territorios ocupados por el ejército ruso. A medida que se acercan las terceras Navidades en guerra, los compromisos de los voluntarios de la fundación se hacen cada vez más apremiantes, y el tiempo dedicado a los niños que se quedan solos o huérfanos adquiere un valor aún más precioso. “Hace unos años, por Navidad, cuenta Liubov Bodnar, decidimos llevar a los niños de un orfanato de un pueblo cercano a Lviv a una fiesta. Nada más salir, los pequeños se persignaron y rezaron. Habían aprendido a hacerlo siempre al principio de un viaje. A todos nos impresionó la espontaneidad y la profundidad de su fe. En ese momento nos dimos cuenta de que esos niños, aunque estuvieran solos, nos estaban enseñando algo sencillo pero muy importante: a confiar, a ser felices y a dar las gracias”. “No hay desesperación en ellos, explica Bodnar. Aunque nosotros, como adultos, podamos dudar del futuro, porque no sabemos cómo va a resultar, al mirar a los niños que te abrazan y te dan esperanza y calor, piensas: pues no. No podemos rendirnos”. Para los jóvenes voluntarios ucranianos, que viven y trabajan en condiciones de estrés constante, no siempre es fácil encontrar las palabras adecuadas para relacionarse con estos niños que han experimentado el dolor de perder a uno o ambos padres. “Lo que cuenta es la mirada y las manos que uno tiende al niño”, explica la psicóloga Oleksandra Druzhynina a los voluntarios de la fundación. “Si sienten tu calor, no hacen falta palabras”. Marta Siuta es una de las voluntarias de “Pequeñas esperanzas” y los fines de semana se dedica de lleno a las actividades de la fundación, organizando pequeñas fiestas y actividades recreativas para los huérfanos. “Tenemos que darles emociones de felicidad”, dice. El verano pasado, la Fundación “Pequeños sueños” llevó a Italia a un grupo de unos 30 niños para pasar unas breves vacaciones. Una iniciativa que fue posible gracias al apoyo del Exarcado Apostólico para los católicos ucranianos de rito bizantino residentes en Italia. “Fue conmovedor”, recuerda Bodnar, “ver el cambio repentino que se produjo en los niños en cuanto se encontraron en un entorno sereno junto al mar. Empezaron a abrirse de nuevo”. No obstante, organizar este tipo de actividades, sobre todo en el extranjero, es muy complejo desde el punto de vista burocrático. “Hacemos todo lo posible para que, desde el punto de vista legislativo, estos niños puedan recibir todo lo que necesitan”, afirma Nadiia Zubik, encargada de los asuntos legales de la Fundación. El sistema jurídico ucraniano no estaba preparado para lidiar con los efectos de la guerra, y mucho menos con la cuestión de los huérfanos de guerra. Ahora, una de las actividades clave de la Fundación ha pasado a ser precisamente la de sensibilizar a las autoridades sobre las dificultades que surgen durante la estancia de los niños en los orfanatos, con el objetivo de aliviar las trabas burocráticas y garantizar que estos niños puedan beneficiarse de todo lo necesario para su crecimiento y tranquilidad.
Svitlana Dukhovych