Cambia la ciudanía italiana: para Daniel Antenucci (Pd) “el MAIE tiene mas compromiso con el gobierno que con los descendientes”

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El científico argentino, secretario general de la sección Argentina del Partido Democrático italiano (PD), respondió a las declaraciones formuladas por Ricardo Merlo (Maie) sobre la aprobación del decreto ley 36 que restringe la ciudadanía italiana de los descendientes. Trascribimos el comunicado en su totalidad. La ciudadanía italiana no se defiende con discursos vacíos ni con falsas acusaciones. La reciente aprobación en el Senado italiano del Decreto-Ley 36/2025, que restringe severamente la transmisión de la ciudadanía italiana por descendencia (iure sanguinis), representa uno de los golpes más graves contra los derechos de los italianos en el exterior en tiempos recientes.

En este contexto, sorprenden y preocupan las declaraciones del presidente del MAIE –Movimiento Associativo Italiani all’Estero–, Ricardo Merlo, quien responsabilizó a la supuesta «ausencia de la izquierda» por la aprobación del decreto. Sus dichos no solo son falsos, sino también irresponsables, y buscan desviar la atención de una verdad mucho más incómoda para su propio espacio político. Los datos son claros: la norma fue aprobada con 81 votos a favor y 37 en contra. Todos los senadores del Partito Democratico (PD) presentes votaron en contra del decreto. Los ausentes de la oposición no habrían modificado el resultado, ya que la mayoría oficialista contaba con una ventaja estructural y disciplinada.

Incluso en la sesión previa, en la que se intentó frenar el tratamiento del decreto mediante una cuestión prejudicial, había una mayor probabilidad de impedir su avance, ya que el oficialismo contaba con 77 senadores presentes, frente a los 81 que votaron al día siguiente en la sesión definitoria. Sin embargo, fueron senadores aliados al gobierno –incluyendo al representante del MAIE– quienes estuvieron ausentes. Por el contrario, el MAIE forma parte del bloque oficialista que impulsó esta ley. Dicho bloque votó en abrumadora mayoría a favor de la peor reforma contra la italianidad global, y lo hizo sin condiciones ni advertencias de ruptura.

La pregunta entonces es inevitable: ¿Qué intereses defiende el MAIE al seguir siendo parte de la coalición de gobierno que ha dinamitado los derechos fundamentales de millones de italianos en el mundo? Al parecer, el Maie tiene más compromiso con el Gobierno que con los italianos en el exterior. La conducta parlamentaria también revela datos contundentes. Durante el tratamiento legislativo del decreto –conocido como “decreto Tajani”–, que introduce una limitación casi total a la transmisión de la ciudadanía por descendencia para los italianos en el exterior y consagra una distinción inadmisible entre ciudadanos de primera (que pueden transmitirla) y ciudadanos de segunda (que, aun siéndolo, no podrán hacerlo a sus descendientes), se presentaron 103 enmiendas parlamentarias.

El Partito Democratico fue el espacio que más activamente se opuso, presentando 42 enmiendas. El MAIE, en contraste, presentó solo 2, evidenciando no solo su pasividad, sino también su pertenencia al bloque oficialista que promovió una ley que afecta el corazón del vínculo entre Italia y su comunidad global. A ello se suma una omisión especialmente grave: el diputado del MAIE por el exterior no asistió a las comisiones de la Cámara en las que se discutió la ley. En contraste, los diputados del PD por la circunscripción exterior participaron activamente en esos espacios, discutiendo las 42 enmiendas que presento el Partito Democratico, cumpliendo así con su deber de representación y defensa de los ciudadanos italianos que representan.

Desde el Partito Democratico, reiteramos que nos opusimos con firmeza a esta ley, no solo en la votación final, sino desde su presentación, en el trabajo parlamentario, en las enmiendas, en las intervenciones en el hemiciclo, y también en la defensa activa de la ciudadanía como principio de pertenencia, cultura e historia. Lamentamos que algunos actores prefieran usar la confusión y la posverdad como estrategia, antes que asumir responsabilidades. La italianidad no se preserva con palabras altisonantes ni con estrategias electorales, sino con coherencia, presencia política y valentía. Porque defender los derechos de los italianos en el exterior no es una misión ocasional: es un compromiso que se honra todos los días, con votos, con acción y con verdad.