Un informe internacional advierte sobre una ola inédita de censura digital contra organizaciones que brindan información sobre aborto y diversidad. Las restricciones crecieron más del 150% en un año y, lejos de ser errores aislados, revelan cómo las plataformas privadas pueden obstaculizar derechos legales y poner vidas en riesgo.
Meta y otras grandes plataformas concentran un poder silencioso pero decisivo: el de definir qué contenidos circulan y cuáles desaparecen. En 2025, ese poder volvió a quedar bajo la lupa tras una ola de restricciones que afectó a organizaciones que brindan información sobre salud reproductiva y diversidad sexual en distintos países del mundo.
Una censura que crece y se acelera
Según datos de Repro Uncensored, una organización sin fines de lucro que monitorea la censura digital vinculada a la salud reproductiva, este año se registraron 210 incidentes de eliminación de cuentas y restricciones severas, frente a 81 casos documentados el año pasado. El salto no es menor: implica más del doble de acciones restrictivas en apenas doce meses. Para Martha Dimitratou, directora ejecutiva de la organización, el fenómeno constituye “una de las olas de censura más extensas” que haya observado. Dimitratou advierte que la aceleración del proceso coincide con cambios recientes en el liderazgo político de Estados Unidos, un dato que vuelve a poner en discusión el vínculo entre clima político, discursos conservadores y control de la información en el espacio digital.
Información bloqueada, riesgos reales
El problema no es abstracto ni simbólico. Women Help Women, una organización con sede en los Países Bajos que recibe alrededor de 150.000 correos electrónicos por año de mujeres que buscan información sobre aborto en todo el mundo, alertó que el bloqueo de sus cuentas puede tener consecuencias “potencialmente mortales”. La razón es directa: cuando se eliminan fuentes confiables, las personas no dejan de buscar información, sino que quedan expuestas a canales informales, desinformación o prácticas inseguras. Aunque Meta restituyó posteriormente la cuenta de la organización y calificó la eliminación como un “error”, el daño ya estaba hecho: días sin acceso a información sensible pueden marcar una diferencia crítica.
Colombia: aborto legal, información censurada
El caso de Colombia expone con crudeza la contradicción entre derechos reconocidos y su ejercicio real. Allí, el aborto es legal hasta la semana 24, pero la organización feminista Jacarandas denunció que su línea de ayuda de WhatsApp fue bloqueada y restablecida tres veces desde octubre, hasta quedar actualmente prohibida. Su directora ejecutiva, Viviana Monsalve, señaló que Meta brindó información mínima y poco clara sobre las razones de las restricciones, incluso cuando la actividad de la organización se encuentra amparada por la legislación vigente. El resultado es una paradoja inquietante: un derecho legalmente garantizado, pero prácticamente obstaculizado por decisiones privadas opacas.
El poder sin voto de las plataformas
Detrás de estos episodios emerge una discusión más profunda: las plataformas digitales no son neutrales, y sus decisiones afectan derechos humanos concretos. Sin debate público, sin control democrático y sin explicaciones suficientes, empresas privadas terminan regulando el acceso a información esencial, incluso en países donde esa información es legal y necesaria. La censura no siempre adopta la forma clásica de la prohibición estatal. En muchos casos, se presenta como “errores algorítmicos”, “fallas de moderación” o “violaciones a normas comunitarias” vagas. Pero el impacto es el mismo: silencio, desinformación y mayor vulnerabilidad para quienes ya están en situaciones de riesgo.
Una alerta que trasciende fronteras
Lo que ocurre con la salud reproductiva y los contenidos vinculados a la diversidad no es un fenómeno aislado. Es parte de una reconfiguración del poder informativo global, donde empresas tecnológicas concentran una capacidad inédita para moldear el debate público, sin rendir cuentas a la sociedad. En tiempos donde se discute libertad, derechos y democracia, la pregunta no es solo qué se censura, sino quién decide, con qué criterios y con qué consecuencias.







